Quizá nunca los chilenos habíamos estado tan pendientes de Turquía como en el último tiempo. Un país de 80 millones de habitantes que ha sido extremadamente noticioso en los últimos dos años.
Desde esas tierras llegó hace cuatro años Rahmi Ilkilic para integrarse como investigador del Centro de Economía Aplicada (CEA) de nuestro departamento.
A casi 14 mil kilómetros de distancia, a Rahmi no le son indiferentes los sucesos que han marcado a su país en el último tiempo.
“Salí en 2014, cuando la cosa no era tan mala”, recuerda el investigador, quien -para sus amigos en Turquía- tuvo el coraje de instalarse al otro lado del mundo.
Rahmi se tituló en 1999 como licenciado en Economía en la Universidad de Bogazici, en Estambul. En 2004 recibió su máster y en 2007, su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Allí aprendió castellano y por eso habla con acento español castizo, aunque la reminiscencia natal se nota en su dificultad para pronunciar las erres. Ese año saltó a Holanda, donde fue profesor asistente visitante en la Universidad de Maastrich, y cuatro años más tarde volvió a su país para ser profesor asistente en Bilkent -la universidad mejor rankeada de Turquía- durante tres años.
Su especialidad es el estudio de redes económicas.
“Esta es un área desarrollada en los últimos 20 años, es decir, una disciplina relativamente nueva”, precisa.
Explica: “Las redes son conexiones de agentes económicos que pueden afectar los resultados de procesos económicos. Algunas redes son fáciles de observar, por ejemplo, cuando hay un comprador y un vendedor, pero en otros casos no son simples de distinguir, aunque igual afecten o determinen los resultados de procesos económicos”.
Agrega: “Entonces, lo que uno hace es establecer mercados donde las redes pueden importar para el resultado y después estudiar cómo esa industria funciona en un determinado país”.
Decisión racional
Decidido a vivir en una ciudad cosmopolita, con buen clima y donde la comida fuera buena, Rahmi postuló a Ingeniería Industrial desde donde poder seguir desarrollando su investigación.
“Solo postulé a Santiago, fue una decisión bien racional”, reconoce agregando que buscó trabajar en una universidad que prioriza la investigación.
-¿Por qué elegiste Ingeniería Industrial para continuar desarrollando tu carrera?
–Mi área de especialización está entre la economía y la Ingeniería Industrial, y acá está el Centro de Economía Aplicada (CEA), lo que lo hace el lugar perfecto para mí. Los Ingenieros Civiles Industriales también están interesados en las redes, sobre todo en temas como suministro y transporte, entonces en este departamento hay muchos investigadores con los que puedo colaborar.
-¿Cómo han sido estos más de cuatro años aquí?
–Una experiencia muy positiva. Sabía que esta era una de las mejores universidades de Sudamérica y me gusta mucho que Ingeniería Industrial tenga un ambiente tan profesional y pragmático, enfocado en la investigación y que cuente con buenos investigadores; muchos de los cuales han regresado después de especializarse en prestigiosas universidades de Estados Unidos.
-¿Qué es lo que te ha costado más en Chile?
-La burocracia, el papeleo. Es peor que Holanda, pero mejor que España. Es difícil, pero entendible porque hay mucha inmigración. He estado en la cola con todas esas personas de Venezuela, Colombia y Haití.
“La crisis no es fiscal, es de libertad”
-Turquía sufre junto a otras economías emergentes como Argentina o Brasil una situación económica complicada, por su elevado déficit fiscal que ha implicado una caída de su moneda. ¿Por qué crees que se llegó a esta situación crítica?
-El gran déficit fiscal y crisis económica son el resultado de un déficit de libertades. Una economía no se puede desarrollar cuando la gente no puede ni siquiera decir lo que piensa, cuando no tiene libertad política ni económica. Como el Estado lo controla todo, hay mucha corrupción. Y el obstáculo más fuerte contra la corrupción es la libertad de expresión, pues la gente puede decir lo que quiera y los medios de comunicación pueden criticar al gobierno abiertamente; eso facilita mucho el desarrollo de la economía.
-¿O sea la crisis no es tanto económica, sino política?
-En Turquía, los síntomas son económicos, pero los problemas son políticos y sociales. La gente quiere que venga el FMI (Fondo Monetario Internacional) y que entregue ayuda financiera. Pero eso no va a resolver el problema; solamente va a combatir los síntomas. Pero en cinco o 10 años, si no se soluciona el tema de fondo -político y social- van a persistir los mismos errores.
Complementa: “Con libertades, cualquier país acabaría con las crisis. No importa si es rico o pobre, o qué tipo de religión tenga. Sin libertades, una economía no puede crecer”.
-¿La democracia puede determinar las soluciones para los problemas económicos?
-La gente siempre se queja de la economía. Pero no deben quejarse tanto de ella, deben quejarse más de la política. Los problemas económicos sabemos más o menos cómo resolverlos, pero los problemas políticos son mucho más difíciles.