VOLUMEN 2 NUMERO ESPECIAL

Unidad, diversidad y división de los chilenos.
Desafíos públicos para el próximo decenio
Jorge Correa S.
 
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Ante tanto intento de hacer balances de fin de siglo, cuando no del milenio, el texto que presentamos tiene objetivos más modestos. Nos aproximamos al término de los dos primeros gobiernos llamados de transición, sustentados por la misma coalición política, y cuya duración abarca la misma década que coincide con la última del siglo. Nos enfrentamos también a una próxima elección presidencial. En este escenario, nos pareció pertinente intentar una reflexión acerca de cuatro desafíos, que juzgamos contribuirán de manera significativa a definir el futuro de Chile en los próximos diez años. Asumimos que la política chilena quedará marcada por lo que hagamos o dejemos de hacer respecto de las violaciones pasadas a los derechos humanos; por el modo en que resolvamos las diferencias que existen respecto del marco institucional, y en particular por el papel político que asignemos o se asignen las Fuerzas Armadas; por el modo en que vayamos enfrentando las desigualdades socioeconómicas y la pobreza, y por la manera en que reprimamos, toleremos, apreciemos o alentemos la diversidad de los chilenos y chilenas. De eso tratan los artículos que siguen. 
La reconstrucción de la unidad nacional y el legado de
violaciones de los derechos humanos
José Zalaquett
 
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Luego de una introducción sobre la transición chilena a la democracia en relación con las violaciones de derechos humanos del pasado, la primera sección de este artículo analiza la evolución internacional que condujo al desarrollo de esta problemática.
En la segunda sección se proponen criterios éticos y legales para enfrentar un legado de violaciones de derechos humanos. Se plantea la necesidad de considerar los períodos de transición como tiempos de refundación democrática y sus implicancias; se señalan objetivos éticos para tales tiempos, y se analizan los conceptos de verdad, reconocimiento, responsabilidad, justicia, perdón y reconciliación. También se presenta, a partir de casos internacionales recientes, una tipología de las distintas situaciones políticas que pueden dificultar, en mayor o menor grado, la aplicación de esos criterios éticos y legales.
La tercera sección analiza las restricciones específicas que han afectado la transición chilena y los logros e insuficiencias de la política de derechos humanos durante dicha transición.
La última sección contiene propuestas sobre los problemas pendientes de derechos humanos en Chile, en particular el esclarecimiento de la suerte de los detenidos desaparecidos y el paradero de sus restos; el reconocimiento de responsabilidades sectoriales o institucionales y la rectificación de doctrina; y los procesos penales en curso.

Las herencias del pasado y los derechos humanos
Pedro Daza
 
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El artículo tiene dos secciones. En la primera hay una evaluación de las herencias del pasado en torno al tema de los derechos humanos. Hay varias interrogantes examinadas: ¿cómo evitar la manipulación del pasado y al mismo tiempo crear condiciones para que sus enseñanzas generen cambios?, ¿a qué se debe la persistencia del problema de los derechos humanos?, ¿cuál es el papel del Estado frente al tema de los derechos humanos?
Un tópico especialmente revisado es el del Poder Judicial. En Chile, los jueces y los tribunales de justicia no son parte de la solución en el tema de los derechos humanos, sino, curiosamente, también parte del problema. Esto se debe particularmente al cambio de criterio de algunos jueces acerca de las condiciones para la aplicación de la Ley de Amnistía. ¿Debe hacerse cargo el orden político de este tema o debemos dejarlo radicado donde está?
En la segunda sección se abordan los desafíos pendientes. En primer lugar se examinan los peligros de una política voluntarista, la que tiene un alto riesgo de fracasar. Por ello, una dosis razonable de realismo obliga a tomar en cuenta que los hechos acaecieron hace casi más de 20 años.
El artículo finaliza con una discusión sobre la verdad (cuánta verdad y respecto de qué), la reconciliación (¿podremos acaso sustituir el poder y la política apelando a la moral convencional?) y el perdón.

Unidad y diversidad. Los aportes de la Constitución de 1980
Andrés Chadwick

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Una de las más importantes exigencias de una Constitución moderna es armonizar democracia y gobernabilidad. En este artículo, utilizando como referencia la Constitución de 1980, se examina y se efectúan sugerencias en torno a este tópico.
El artículo se divide en tres secciones. En la primera, se describen las circunstancias históricas asociadas a la Constitución de 1980. La segunda sección plantea formulaciones jurídico-institucionales en torno a valores comunes y a la estructura institucional de equilibrios y contrapesos del texto constitucional. Por una parte, se discuten las virtudes de limitar la soberanía popular de carácter absoluto; por la otra, se señala que el tipo de instituciones existentes en la Constitución de 1980 sólo busca, mediante un juego de contrapesos y equilibrios, evitar los temores que llevaron a nuestra democracia al colapso.
En la tercera sección hay diversas sugerencias para lograr un acuerdo institucional. El autor señala que una Constitución debe contar con un grado sustancial de aceptación y no transformarse en un punto permanente de debate o conflicto. Hay sugerencias acerca de la revisión de contenidos y en torno a la oportunidad de una reforma constitucional. Esto último requiere lograr efectuar la transición más profunda desde el pasado al presente. Para ello se necesita un compromiso solemne y formal de todos los actores públicos, incluyendo a las Fuerzas Armadas, de renunciar a toda utilización de la violencia como método de acción política y que jamás se permitirán las violaciones a los derechos humanos, cualesquiera que sean las circunstancias existentes.
El debate constitucional pendiente es sobre los fundamentos
de la democracia
Jaime Gazmuri

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La tesis central de este trabajo postula que después de diez años de transición hacia la democracia, persiste en Chile un profundo desacuerdo respecto del orden constitucional vigente.
En las primeras dos secciones del artículo se argumenta que el debate constitucional pendiente es sobre los fundamentos de la democracia. Se trata de un debate de filosofía política y no de derecho constitucional.
La tercera sección analiza el papel que establece la Constitución del 80 para las FF.AA., señalando que como resultado del enfrentamiento de la corriente civilista tradicional con la que defiende la mayor autonomía de los uniformados resultó un texto contradictorio en el que por un lado se afirma la subordinación de las FF.AA. al poder civil y por otro se limitan severamente las facultades del Presidente de la República en esta materia.
En la cuarta sección se analizan las relaciones de la izquierda y la democracia. Se sostiene que si bien durante el gobierno del Presidente Allende la democracia política era un elemento central del orden que se pretendía construir, este pensamiento presentaba contradicciones con la ideología dominante en la izquierda de los ‘70, que postulaba un carácter más bien instrumental del sistema democrático.
En la quinta sección se hace un balance de las relaciones cívico-militares durante el período de transición democrática. Se afirma que la salida del General Pinochet de la Comandancia en Jefe del Ejército tendió a normalizar las relaciones entre las Fuerzas Armadas y el poder político. Sin embargo, la detención del general ha repuesto un escenario donde, de una u otra manera, los uniformados incursionan en esferas netamente políticas.
Por último, se analizan las limitaciones que impone al desarrollo democrático del país el desacuerdo constitucional y la necesidad de resolver este bloqueo. La solución de este problema dependerá de la fuerza de los sectores democratizadores para imponer el tema de las reformas en el debate nacional y de la capacidad de la derecha para asumir que si quiere ser una opción capaz de conquistar el apoyo ciudadano, ello supone una ruptura conceptual y política con la tradición pinochetista, de la cual todavía es tributaria.
El modelo económico y la cuestión social
Patricio Meller

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Chile es uno de los países con peor desigualdad del ingreso en América Latina e incluso del mundo. Al mismo tiempo, durante la última década, el “modelo chileno” ha sido considerado como un ejemplo paradigmático que debiera ser imitado por los países en desarrollo y, en particular, por los países latinoamericanos. ¿Cómo se concilian estos dos fenómenos?
En este artículo se examina lo que ha sucedido en Chile con la pobreza y la distribución del ingreso durante esta última década. Luego hay una discusión conceptual sobre la interrelación entre mercado y desigualdad. Además, se examinan las siguientes interrogantes: ¿es la desigualdad del ingreso un problema ético?, ¿cuánta desigualdad puede tolerar una sociedad? Por último, se revisa el papel que ha desempeñado el Estado de Bienestar y se sugiere su sustitución por un Estado Integrador, cuyo principio orientador básico lo constituye la igualdad de oportunidades.
Reflexiones en torno a la desigualdad en Chile
Lucía Santa Cruz

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Este artículo analiza en forma crítica las tres brechas consideradas como las más divisorias y dañinas para la convivencia social.
La primera brecha es la desigualdad en la distribución del ingreso. Chile, al igual que la mayoría de los países, muestra índices de gran desigualdad que han tenido gran persistencia histórica, al margen de las distintas estrategias de desarrollo económico y social. Las políticas distributivas tradicionales no han tenido éxito en disminuir la desigualdad. Es posible que una mejor distribución del capital humano, asociada por lo general a etapas de mayor desarrollo económico, pueda disminuir las desigualdades en el mediano o largo plazo.
La segunda brecha es el problema de la pobreza. La superación de la pobreza es factible si se mantienen altos niveles de crecimiento económico y complementariamente se diseñan políticas sociales específicas focalizadas en la pobreza dura. Por otra parte, es necesaria la creación de oportunidades que permitan el desarrollo de los talentos que potencialmente existen en la sociedad y que no logran expresarse principalmente por falta de una educación adecuada.
La tercera brecha examinada es la “discriminación” histórica a la que habrían estado expuestas las mujeres. Esta supuesta discriminación constituye la base para proponer diversas medidas tendientes a “igualar las oportunidades entre hombres y mujeres”, a través de ciertas discriminaciones positivas. Pero las cifras indican que no existe evidencia objetiva para sostener que hay discriminación en contra de la mujer en el sistema educacional y laboral chileno. En general, ha sido el mercado el que ha contribuido al avance de los talentos individuales al margen del sexo.

 
Pluralidad, pluralismo y tolerancia en la sociedad chilena actual
Agustín Squella

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Este trabajo, desde una perspectiva analítica, establece los conceptos de pluralidad, pluralismo y tolerancia, e indaga acerca de cuánta pluralidad, pluralismo y tolerancia tiene la sociedad chilena actual. Distingue también los planos de la realidad, de la percepción y del discurso que se dan a propósito de la pluralidad, el pluralismo y la tolerancia en ella. Propone algún criterio para distinguir entre las posiciones liberales y conservadoras que de algún modo se enfrentan hoy en Chile y examina, asimismo, aquellos temas respecto de los cuales se están dando los mayores y más importantes debates éticos entre los sectores conservadores y liberales del país. El trabajo identifica las limitaciones constitucionales y legales que reconoce la democracia chilena, explica la diferencia entre transición y reconciliación, y la que existe entre los acuerdos y los consensos logrados por el país en la última década.
Alrededor de la búsqueda del consenso mínimo
Gonzalo Vial

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El objetivo de este trabajo es explorar las posibilidades de obtener un consenso mínimo en la sociedad chilena y los requisitos para lograrlo.
La gran diversidad existente entre los chilenos es un dato del problema. Existe una diversidad étnico-cultural, hay una diferenciación de clases muy fuerte y con numerosos segmentos y subsegmentos; la anterior diferenciación entre “santiaguino” y “provinciano” ha sido sustituida por una diferenciación nueva muy profunda entre la cultura de los sectores acomodados y la cultura de los pobres; hay una compleja diferenciación religiosa y política y ciertos grupos profesionales llegan también a constituir subculturas.
Hay elementos comunes en los consensos mínimos que Chile ha tenido históricamente. Los elementos permanentes son el Estado de Derecho y su variante moderna, el legalismo, y el continuado perfeccionamiento de la democracia formal.
Los mecanismos para alcanzar el consenso mínimo no son sólo leyes y reglamentos, sino actitudes que la sociedad internaliza aprovechando sus experiencias históricas.
En la actualidad, existe un área donde no se ha logrado el consenso mínimo y que concierne a los valores éticos: divorcio, anticonceptivos, aborto, sexo juvenil, libertad sexual, homosexualidad, educación sexual y papel de la familia y del Estado. Sobre esto hay tres enfoques completamente distintos y contradictorios: católico, agnóstico y posmoderno. Debiera ensayarse la búsqueda del consenso mínimo centrando el análisis en los efectos sociales –particularmente en el área popular– de los nuevos valores o antivalores que se quiere injertar en nuestra sociedad.