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Daniel Espinoza, nuevo integrante electo: “El Senado Universitario debe mirar los lineamientos estratégicos y las definiciones básicas de la Universidad”

Aunque sabe que como miembro del Senado Universitario tendrá menos tiempo para su investigación centrada en temas de minería y energía, Daniel Espinoza, Ingeniero Civil Matemático de la Universidad de Chile y Ph.D. en Ingeniería Industrial y Sistemas de Georgia Institute of Technology, está dispuesto a asumir este desafío. Esto, porque quiere cambiar el estado actual de las cosas en esta institución y pese a que para ello tendrá que dedicar un día completo a la semana a esta función.

“En teoría, el Senado Universitario debería ser el lugar donde tendrían que darse los lineamientos estratégicos y las definiciones básicas de la Universidad. Mi impresión, sin embargo, es que está muy enfocado en temas del día a día e incluso en la discusión política chica”, afirma convencido, al tiempo que reconoce que es porfiado por naturaleza y que no es primera vez que se mete en la pata de los caballos.

Agrega: “Siento que hay mucha discusión basada en el ‘yo quiero’, ‘yo creo’ y muy poca centrada en hechos, realidades y comparaciones concretas”, analiza el académico de Ingeniería Industrial.

-¿Por eso la decisión de postular?
-Sí. Si vamos a tener un Senado Universitario, que es el brazo legislativo de la Universidad de Chile, cuyo mandato de creación data de 1998 y que como tal no existe en muchas universidades del mundo, éste debería mirar los temas estratégicos de largo plazo y las definiciones centrales. De hecho, eso es lo que dice el espíritu de este órgano y eso es algo que está bien al debe.

-¿En qué sentido?
-El Senado se ha dedicado a re-revisar los estatutos, a mi juicio, con un matiz por tratar de dar más poder, especialmente, ejecutivo. Esto es delicado, ya que puede llevar rápidamente a situaciones difíciles. Tener dos entidades tratando de mirar cosas ejecutivas creo que es una receta para el fracaso.

-¿Cuál será su aporte concreto a esta instancia?
-Partir por estas definiciones centrales y que las discusiones sean desde la perspectiva académica y no desde la mirada política. Cuando uno hace el ejercicio académico, lo primero es poner de lado los prejuicios que, con justa razón, todos tenemos y tratar de ver qué evidencia existe. También tener la humildad suficiente cuando uno se da cuenta que no existe evidencia conclusiva hacia uno u otro lado. Este es el tipo de discusión que debemos tener.

Complementa: “Junto con esto hay otro tema central que es cómo la Universidad de Chile cumple su rol con el país, al cual debe ayudar a su desarrollo. Existen al menos dos tipos de entidades de educación superior: el modelo colleges de Estados Unidos – educación técnica europea, la cual cumple un tremendo rol en términos de movilidad social, y las instituciones cuya función es investigar y avanzar en las temáticas relevantes para la sociedad. Quienes deben estar ahí y cómo hay que medir a esa gente es más o menos claro”.

-¿Cuáles son los desafíos de este nuevo Senado?
-Si bien el Senado está integrado, además del Rector, por 36 miembros entre profesores, alumnos y personal de colaboración, normalmente reúne el mínimo de quórum para sesionar. Eso es un indicador de que hay problemas. Entre ellos, que deba visar cambios formales en reglamentos, por ejemplo, en un programa de pre o postgrado. Gente que está dedicada a la investigación y que va a dedicar el 20% de su tiempo a mirar temas que no agregan valor a la universidad a un tremendo costo, no tiene sentido. Insisto: debemos centrarnos en los lineamientos estratégicos y las definiciones básicas de la Universidad. Quiero que el Senado tenga autocrítica, que sea capaz de mirar cuál ha sido su accionar y que se haga cargo de ello.

-¿Algún tema a destacar?
-Hay uno que viene sí o sí: la triestamentalidad que para mí, de nuevo, es una discusión mezquina y pequeña. A mi juicio, el tema central es cuál es el sistema de gobernanza que asegura que la Universidad de Chile cumpla su misión. Lo que se está proponiendo es que alumnos, profesores y funcionarios sean los que decidan el futuro de la Universidad, pero esta decisión no toma en cuenta el cómo la sociedad se ve reflejada ahí. Y esto sin siquiera mirar cómo funcionan otras universidades del mundo. De aquí que es importante cómo uno parte. Si partes declarando que quieres ser una universidad de primer nivel en investigación, vas a cualquier ranking y entre las 40 y 50 mejores universidades del mundo puede que tres o cinco de ellas tengan algo parecido a un Senado Universitario. Ahora, si también quieres ver cuáles de esos 40 ó 50 establecimientos tienen una elección directa por sus alumnos, funcionarios o incluso por los académicos -porque no creo que los académicos seamos los llamados a elegir al Rector-, no hay. O a lo mejor habrá una y eso dice algo.

-¿Hacia dónde debiera orientarse esto entonces? ¿Terminar con la triestamentalidad?
-Creo que la solución pasa por mirar cómo tenemos la injerencia de otros actores. Existen otras formas de gobierno universitario. Probablemente las dos más comunes sean el extremo en que los profesores lo hacen todo (MIT, por ejemplo) y otra forma, bien común también, dada por boards con distintos tipos de composiciones. Cuando las instituciones funcionan bien, cualquier sistema de gobernanza aplica. El problema es cuando tienes unidades que no funcionan bien. No se trata de buscar culpas, se trata de buscar mejores caminos.

Concluye:
“Me interesa lo que vaya a pasar con esta Universidad, ya que tiene mucho que aportar al país. Malos caminos pueden significar retrocesos importantes”.