Gracias al proyecto “Antiquina”, desarrollado a fines de 2014 por un grupo de estudiantes del curso IN3001 – Taller de Ingeniería Industrial, el patio de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas luce hoy bancas y mesas con puertos USB, los que son alimentados con energía solar.
Este proyecto de innovación estudiantil contó con el apoyo del Centro de Innovación del Litio, el Área de Arquitectura, la Oficina de Ingeniería para la Sustentabilidad y Solar 3, además de empresas privadas, y hoy provee energía solar a la comunidad universitaria para el funcionamiento de distintos aparatos electrónicos.
La iniciativa considera una banca solar instalada al costado norte de la Torre Central y una mesa solar instalada al costado sur del patio principal del campus Beauchef, lugares estratégicos donde existe mayor incidencia continua de sol, de acuerdo a un estudio realizado por los propios alumnos.
Los estudiantes Nicolás Pacheco, Matías Núñez, Matías Venegas y Felipe Torres fueron quienes idearon este proyecto, que contó con el auspicio de las empresas DELVA y SGAE.
“Ver este proyecto realizado me hace sentir orgullo, más que como individuo como equipo. Nuestro proyecto era muy ambicioso y en más de una ocasión nos topamos con gente que no creía que lo lograríamos, comentarios como ‘este proyecto sale todos los semestres y nunca se concreta’ nos desanimaron mucho, pero no lo suficiente como para alejarnos de nuestro objetivo”, señala Nicolás Pacheco.
Planificación y diseño
Desde la Oficina de Ingeniería para la Sustentabilidad de la FCFM, el ingeniero de proyectos Pablo Garrido explica que su unidad entregó apoyo técnico a estos estudiantes orientándolos en el desarrollo de su proyecto, sobre todo en la etapa de planificación y diseño.
“Una vez revisado el diseño, toda la implementación, correcciones, habilitación de espacios, gestión y puesta en marcha fue realizada a través de la Oficina de Arquitectura de la Facultad. Cabe mencionar que los mismos estudiantes fueron los que consiguieron el patrocinio para el desarrollo de estos proyectos de infraestructura”.
El arquitecto Branko Halat, del Área de Arquitectura de la FCFM, cuenta que las mesas y bancas utilizadas “son mobiliarios existentes que se restauraron y transformaron incorporando una estructura metálica, para dar soporte al panel solar, batería y cableado. En el caso de la mesa solar se incorporó una techumbre metálica con palillaje de madera como sombreadero, sobre eso se instaló la estructura soporte del panel fotovoltaico que le dio el ángulo óptimo de 30° sobre la horizontal para optimizar la incidencia solar. Para el caso de la banca fue lo mismo, pero se consideró sólo un monoposte central para el soporte del panel”.
Halat agrega que “el sistema considera un panel fotovoltaico de 150/100 w respectivamente, más una batería de 12 v con 100 Ah, cableado y puertos USB de 5 volt. Estos puertos son utilizados para tableros automotrices y de motos que son resistentes a la humedad, y tienen un LED de presencia de energía, que permite en la noche, además, ubicar el puerto para conectarse”.
Agrega: “La mesa tiene 8 puertos y la banca, 4 y sirven para recargar celulares y cualquier otro dispositivo con carga USB como audífonos, intercomunicadores, cámaras Go Pro y baterías externas, entre otros”.
El proyecto, indica, se hizo suponiendo el peor de los escenarios en cuanto a los cálculos referentes al soporte eléctrico del sistema. Es decir, un día promedio de invierno, con un dispositivo electrónico de carga de prueba como un iPad Air, el cual presenta el mayor consumo energético durante su carga. Las pruebas, cuenta Halat, aseguran que el sistema resiste 9 iPad Air, cargándose simultáneamente durante tres horas continuas. Esto permite concluir que, mediante los supuestos anteriores, el sistema eléctrico creado nunca colapsará”.
Proceso e implementación
“Luego de cuatro semanas de visitar empresas y municipalidades que nos cerraban la puerta en la cara, y después de un sinfín de ‘mándenos un mail y el personal de recursos humanos les responderá’, finalmente logramos el paso decisivo: conseguimos $1.200.000 de las empresas DELVA y SGAE, además de algunas ofertas y asesoría técnica de la empresa Solar 3”, recuerda Nicolás Pacheco.
¿Cómo lo consiguieron? De tanto fracasar, dice Nicolás, aprendieron cómo vender su idea, qué ofrecer a cambio y también a generar la confianza necesaria para que las empresas invirtieran en ellos.
Agrega que lo más difícil para ellos fue cambiar los paradigmas: “Que la Universidad y las empresas auspiciadoras creyeran que éramos capaces de desarrollar esta iniciativa y hacerles ver que este proyecto realmente le serviría a la comunidad universitaria. La credibilidad y la impecabilidad del proyecto fue lo fundamental”.
Complementa: “Nadie compra ideas, sin estar seguro de los resultados. En este proyecto tuvimos que desarrollar muchas habilidades blandas (que no teníamos) en muy poco tiempo y también habilidades duras, como el diseño de estructuras en softwares, dibujo técnico, energía solar y baterías. Cabe destacar que todo fue más llevadero gracias a la ayuda de los integrantes del Centro de Innovación del Litio (CIL) de la FCFM, quienes no ayudaron mucho en el inicio del proyecto, cuando nuestras pericias en materia de baterías era escasa”, indica el estudiante.
Para la Oficina de Ingeniería para la Sustentabilidad, el objetivo de este proyecto, más allá de habilitar un espacio de utilidad para cargar dispositivos electrónicos, es también demostrar el uso de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) en casos prácticos de nuestra vida cotidiana.
“Como FCFM tenemos mucho que decir en ese sentido y creemos que el incorporar infraestructura multifuncional como ésta sensibiliza a la comunidad en relación al desarrollo sostenible”.
Fuente: Comunicaciones FCFM – U. Chile