Imaginemos que hacemos el siguiente ejercicio. Escoge al azar tres números enteros mayores a cero, digamos “a”, “b”, y “c”, que sumen 10.058.774, y calcula el porcentaje que representa cada uno. A modo de ejemplo, tomemos los siguientes valores: a) = 3.000.000 (porcentaje, 29,82%); b) = 5.000.000 (49,71%), y c) = 2.058.774 (20,47%). Observa que los decimales de los porcentajes no siguen ningún patrón particular.
Ahora, hagamos el mismo ejercicio, pero con los votos obtenidos por Nicolás Maduro, Edmundo González y “otros”, según el Consejo Nacional Electoral (CNE). Los resultados son: Nicolás Maduro, 5.150.092 votos (51,199997%); Edmundo González 4.445.978 votos (44,199999%) y otros, 462.704 votos (4,600004%). ¿Notas algo curioso en los decimales? Todos son múltiplos casi exactos de 0,1%. Si redondeamos los porcentajes al quinto decimal, coinciden exactamente con múltiplos de 0,1%.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué tan probable es que esto ocurra por azar? Es decir, si repartimos aleatoriamente 10.058.774 votos entre tres candidatos, ¿cuál es la probabilidad de que cada candidato obtenga un porcentaje de votos que, al redondearlo al quinto decimal, sea un múltiplo exacto de 0,1%?
Para calcular esto, dividimos los “casos favorables” entre los “casos totales”, donde casos totales son todas las maneras posibles de repartir 10.058.774 votos entre tres candidatos; y casos favorables son las combinaciones donde los porcentajes redondeados son múltiplos exactos de 0,1%. Después de hacer los cálculos, descubrimos que la probabilidad de que esto ocurra por azar es de ocho en 1.000 millones.
Esto no significa que sea imposible que los resultados del CNE sean correctos, pero sí que es extremadamente poco probable, algo así como lanzar una moneda 27 veces y que salga cara en todas. En resumen, los resultados son tan extraños que, sumado a la falta de transparencia del proceso, parecen más un fraude que una mera casualidad.
Columna publicada en La Segunda
13 de agosto de 2024