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En el mes del cáncer de mama: ingeniería y medicina unidas

Como buena ingeniera experta en Gestión de Operaciones, centrada en utilizar de manera más eficiente los recursos siempre escasos en salud, Susana Mondschein, académica y directora de Ingeniería Industrial, lideró una investigación que estableció cuáles son las edades óptimas en que las mujeres se deben realizar mamografías para la detección precoz del cáncer de mama. Esto, a través de un software: OPTIMAM.

Concebido mientras la investigadora dictaba clases en la Universidad de Yale, este software considera los factores de riesgo de cada paciente. Entre ellos, la densidad mamaria, su edad y antecedentes familiares de cáncer de mama. Además, utiliza datos demográficos como tasas de incidencia, mortalidad y sobrevida tras la detección y tratamiento de esta enfermedad.

“Con la aplicación de esta metodología se pueden desarrollar planes de prevención y, con ello, disminuir futuros costos derivados del tratamiento de esta enfermedad”, asegura Mondschein, quien también es investigadora del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) y del Centro del Cáncer (CECAN), iniciativa multidisciplinaria con despliegue nacional.

Pronóstico en el sistema público versus privado

Otra línea de investigación desarrollada por la investigadora y los coautores, Benjamín Madariaga y la Dra. Soledad Torres, es sobre la incidencia de la mortalidad en las mujeres afectadas por esta enfermedad y su afiliación al sistema Isapre versus Fonasa.

En el estudio “Breast Cancer Trends in Chile: Incidence and Mortality Rates (2007–2018)”, Mondschein, en conjunto con Benjamín Madariaga y Soledad Torres, establecen que las mujeres afiliadas a Isapre tuvieron una tasa de letalidad considerablemente menor durante el período de análisis, con un promedio de 15,7% en comparación al 27,5% que registraron las mujeres afiliadas a Fonasa. También revela que las mujeres de la Región Metropolitana tienen tasas de sobrevida más altas que las mujeres de otras regiones.

“Tomamos a las mujeres de la base del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud, de egresos hospitalarios y de defunciones, y buscamos a todas aquellas que tuvieran un egreso hospitalario relacionado con cáncer de mama”, resume Susana Mondschein.

A partir de esta información, los investigadores detectaron importantes diferencias en las tasas de incidencia entre mujeres con seguro privado y con seguro público, aunque sin diferencias significativas en las tasas de mortalidad.

“Este resultado sugiere potenciales desigualdades en los resultados de la atención sanitaria del cáncer de mama en las mujeres chilenas, las cuales deberían ser estudiadas en mayor profundidad. Adicionalmente, las diferencias en la incidencia de cáncer de mama encontradas en este estudio comparadas con las incidencias reportadas en otras estimaciones refuerzan la necesidad de un registro nacional de cáncer que debiera conducir a indicadores más precisos respecto a la magnitud del cáncer de mama en Chile”, señala Mondschein.

¿Por qué les va peor? Según nuestra académica hay varias hipótesis de posibles causas.

“Es parte de lo que continuamos estudiando. El screening, que en español se traduce como tamizaje (exámenes que se hacen para detectar la enfermedad de manera precoz, antes de que aparezcan síntomas), es menos frecuente en las mujeres de Fonasa”, explica la investigadora. Una situación que la encuesta CASEN 2017 avala y que arrojó que el 57% de las mujeres en este sistema, sobre 50 años, se habían realizado una mamografía en los últimos tres años. O sea, un 43% de ellas no se había hecho este examen.

Si esto se compara con las mujeres que están en Isapres, contrasta la investigadora, “tenemos que el 76,3% se había hecho el examen en los últimos 3 años, o sea el 23,7% no se lo había realizado, con lo que tenemos la certeza de que las mujeres en Isapres se hacen más mamografías de detección precoz”, afirma la académica.

Otra hipótesis, señala Mondschein, es que, a pesar de que el cáncer de mama está dentro de las patologías GES, “las mujeres de menores recursos llegan con cánceres más avanzados. Cuando, por ejemplo, se sienten un nódulo en la mama y eso ya podría ser muy tarde. Una mujer que se hace una mamografía de tamizaje, en cambio, va por un chequeo. Aún no se ha detectado nada”.

Por último, Mondschein agrega que “las mujeres de Fonasa a lo mejor tienen un estado de salud general más deteriorado y, por lo tanto, en todos los tratamientos les va peor (…)”, concluye advirtiendo que se debe poner foco en la salud primaria y, con ello, en la prevención.


Crédito foto: Freepik