El 11 de marzo se cumplieron cinco años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara que la enfermedad causada por el COVID-19 (coronavirus) podía considerarse como una pandemia. Un virus que infectó a más de 700.000.000 de personas y que mató a más de 20.000.000.
Mientras tanto, y en un esfuerzo inédito, se han administrado más de 13.300 millones de vacunas a nivel global, esfuerzo que continúa para hacer frente a las nuevas variantes de este virus.
La enfermedad que nos obligó a cambiar rutinas, que nos llenó de incertidumbre y que instauró cuarentenas y encierro como medidas sanitarias para controlarla, dejó lecciones importantes. Sobre todo para quienes, desde sus diversas áreas, contribuyeron al manejo de la crisis en la llamada “primera línea”. Hoy, algunos de ellos analizan cómo fueron esos días y si estamos o no preparados para enfrentar una nueva crisis sanitaria.
La viróloga, integrante del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina, Vivian Luchsinger, tuvo un rol importante en medios de comunicación, entregando información a la comunidad. “Se aprendió a cómo responder más rápido ante una pandemia”, constata la especialista, agregando que una de las lecciones importantes que aprendimos es que Chile dependía mucho del exterior (insumos, vacunas, etc).
“Llegó un momento que no teníamos insumos médicos de los más básicos como tubos plásticos para trabajar en los laboratorios por la demanda enorme, entonces la lección es que no tenemos fuentes propias (…). Hay que trabajar para generar una producción nacional de insumos”.
Para Cristian Rebolledo, jefe del Programa de Políticas, Sistemas y Gestión en Salud de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, la pandemia “permitió ver y darse cuenta de la necesidad de inversión en infraestructura. El tema de las camas críticas, de las tecnologías. De alguna manera hubo una expansión de las camas críticas, hubo un fortalecimiento de los recursos humanos”, dice.
Leonardo Basso
Declarada la pandemia por COVID- 19, varios académicos de Ingeniería Industrial -parte del equipo de investigadores del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI)– y estudiantes impulsaron investigaciones para detener el avance de este vitus. Entre otras iniciativas, que los llevaron a ganar el Premio Edelman 2020, a través del control de su propagación, estrategias de testeo y propnósticos de demanda para la planificación de dotación hospitalaria.
“Trabajamos en conjunto con el ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación y el MINSAL en modelos de predicción de uso de camas UCI. En el corto plazo, la idea era poder transmitir a las autoridades cuántas camas UCI iban a necesitar en dos semanas para ver cómo iban a necesitar aumentar la capacidad o tener que trasladar pacientes”, cuenta Leonardo Basso, académico de Ingeniería Industrial y director del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI).
Agrega: “Cuando las cuarentenas comenzaron a ser levantadas trabajamos con la Subsecretaria de Salud Pública para desarrollar un modelo que permitiese determinar los mejores lugares y espacio público donde se pudiese realizar testeo PCR en búsqueda de pacientes sintomáticos”.
Charles Thraves, académico del departamento que trabajó en una estrategia de aplicación que maximizara/optimizara la capacidad de testeos como herramientas de control epidemiológico, reflexiona: “Una de las grandes lecciones que dejó la pandemia fue la importancia de la colaboración entre entidades responsables de la toma de decisiones y aquellas que poseen recursos, como datos o conocimiento, y que pueden contribuir a este proceso”.
Recuerda: “La pandemia fue una crísis repentina con mucha incertidumbre. En menos de mes, el diario vivir cambió y no se sabía cuándo o si es que se volvería a la normalidad pre-pandémia. Prácticamente todas las industrias enfrentaron shocks en varios aspectos, tales como la demanda, abastecieminto, disponibilidad de personal, costos y tiempos de transporte, entre otros. Las instituciones gubernamentales desplegaron todos sus esfuerzos para hacer frente a la situación. De manera similar, universidades y centros de investigación apoyaron en diversos aspectos en los cuales se podía aportar”.
Marcel Goic, también académico de Ingeniería Industrial, por su parte, trabajó en modelos que permitieran anticipar la demanda hospitalaria. Lo hizo en conjunto con Jorge Rivera, investigador de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la U. de Chile, conscientes de que tener un pronóstico certero de demanda era clave para lograr una adecuada planificación de la capacidad y programación de un servicio hospitaario.
“Durante la pandemia aparecieron desafíos para los que ni el Estado ni el ecosistema de investigación tenía procesos bien definidos, por lo que tuvimos que desarrollar sobre la marcha. Tanto en predicción de utilización de camas UCI como en el impacto de las cuarentenas, que son los proyectos en los que me tocó trabajar más de cerca, fuimos generando los modelos a medida que el virus se expandía, como revisiones y actualizaciones semanales”, señala Goic.
Añade: “Afortunadamente, después de la pandemia quedaron muchos aprendizajes y se generaron capacidades que nos han permido ayudar en la implementación de politicas publicas, primero en la planificación de camas durante la campaña de invierno y luego en la implementación y evaluación de la nueva vacuna contra el virus sincicial. En retrospectiva, podría decir que de una crisis se abrieron oportunidades para hacer mejor ciencia y con más impacto”.
La doctora Claudia Cortés, infectóloga y académica de la Universidad de Chile, destaca: “Lo que hicimos bien, a diferencia de otros países, es que muy rápidamente apoyamos la evidencia científica”. Si viviéramos algo similar dice que, gracias a nuestra experiencia en 2020, “se desarrolló un músculo que hoy día sigue bastante bien entrenado. Si pasan varios años se va a volver a atrofiar, pero hoy somos los mismos que estábamos hace cinco años”.
Agrega: “Aprendimos bastante, hicimos conexiones y redes internacionales y nacionales que están muy vigentes, entonces si hoy día apareciera otro virus podríamos armarnos muy rápidamente como ocurrió con el departamento de virología que cambió de investigar en VIH a investigar en COVID”.
Por su parte, el director del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, doctor Eduardo Tobar, plantea que “el país quedó con una mayor dotación de camas críticas a nivel adulto y una mejor preparación para esta patología en particular. Pero, sin lugar a dudas cada pandemia nueva que llegue evidentemente va a significar nuevos desafíos, por lo que es mejor prepararse para esos escenarios”.
Asimismo, la viróloga doctora Luchsinger hace un punto sobre los aprendizajes. “Lamentablemente, la humanidad tiene mala memoria: aprende y se le olvida rápido. Ya varias de las cosas que aprendimos de la pandemia dejaron de hacerse. Por ejemplo, que es útil el uso de mascarillas para la prevención del contagio de infecciones respiratorias, la gente no quiere usarlas, se cansó de las vacunas, así que no soy tan optimista de que hayamos aprendido tanto”, argumenta.
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Fuente: Comunicaciones Uchile / Ingeniería Industrial