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Patricio Meller: “Desde el retorno a la democracia, entre 1990 y 2020, Chile vivió los mejores 30 años de su historia económica”

En la presentación titulada “Mitos, visiones y lecciones de los últimos 50 años”, el Profesor Titular de Ingeniería Industrial, Patricio Meller, examina distintos mitos, visiones y lecciones (aprendidas y por aprender) en materia económica y social de nuestro país en las últimas cinco décadas. También analiza las oportunidades futuras de Chile.

Mitos

¿Fue el régimen de Pinochet exitoso en lo económico? El investigador mostró con evidencia empírica que, contrario a lo que se cree, éste fue un fracaso.

Apoyando su aseveración en distintos gráficos, el economista mostró que entre 1973 y 1989 Chile experimentó las dos peores recesiones que ha tenido en su historia desde la década de 1930: en 1975 (con las reformas económicas de la década de 1970) y en 1982-1983 (con una caída del 15% del PIB, la quiebra de 1.200 empresas, una desocupación del 30% y los cinco principales bancos intervenidos); ambas crisis generadas por políticas de ajuste interno aplicadas por los Chicago Boys.

También comparó el mayor crecimiento económico experimentado por el país durante los tres gobiernos de la Concertación (5.6 %) versus el conseguido durante el período de Pinochet (2,9%).

“La dictadura de Pinochet terminó peor que el gobierno del presidente Salvador Allende”, afirmó en relación al PIB per cápita de Chile respecto al de EE.UU. en 1973 y 1989.

Agregó: “Desde el retorno a la democracia, entre 1990 y 2020, Chile vivió los mejores 30 años de su historia económica”.

Visiones

En  su  exposición,  Meller  planteó  su  visión  sobre  el  “Fundamentalismo  de  Estado” – “Todo Estado y Nada Mercado”–  y el “Fundamentalismo de Mercado” –“Todo Mercado y Nada Estado”–.

En el “Fundamentalismo de Estado”, la economía chilena se considera monopólica, oligárquica y capitalista. Las empresas privadas invierten poco (lento crecimiento) y hay muchas fallas de mercado (genera precios distorsionados). Un diagnóstico frente al cual, indicó Meller, la solución pasa por la toma de control por parte del Estado de la actividad económica vía estatización y nacionalización. Con ello, consigue excedentes y la inversión y el crecimiento aumentan.

En el “Fundamentalismo de Mercado”, en tanto, se critica la visión de que el Estado se cree Robin Hood y manipula las variables económicas centrales: precios, tasa de interés y tipo de cambio para corregir la situación distributiva. Además, se crean empresas estatales ineficientes y exceso de burocracia pública. ¿Solución? Sacar al Estado de la economía y reformas estructurales: mercados libres, apertura externa y desregulación del sector privado.

Lecciones aprendidas y por aprender

De su análisis, Meller extrae dos lecciones: una no aprendida y una por aprender. En la no aprendida ubica al “Fundamentalismo de Mercado” que eleva el mercado a un pedestal supremo, en que la sociedad tiene que someterse a las “fuerzas impersonales del mercado”: esta es la anti-utopía.

“El Fundamentalismo de Mercado transforma a la sociedad en una sociedad de mercado, con consumidores no ciudadanos. Esto genera fragmentación y se pierde sentido de comunidad”, advierte el académico, indicando que los seres humanos somos personas sociales y que, como tal, necesitamos de un clan, una tribu, un club o un grupo.

Entre las lecciones por aprender, en tanto, Meller se pregunta por el sector público chileno. ¿Es grande o pequeño?

En este punto, el investigador sugiere diversas áreas de reflexión, incluyendo el tamaño del sector público, el impacto del capitalismo en la desigualdad y la ética detrás de marcadas disparidades. Además, se plantea la creación de un Estado de Bienestar a través de la tributación y el gasto público para romper el ciclo de la pobreza mediante la mejora de la educación y la salud pública y privada aspirando a una sociedad más humana y civilizada (camino que han seguido los países desarrollados).

El futuro

En el debate sobre el futuro, Meller se pregunta cómo se inserta nuestro país en un mundo globalizado, competitivo y con mucha innovación tecnológica. Esto, considerando que otros países tienen visión estratégica y de largo plazo, y el nuestro no.

“No tenemos brújula-país ni tampoco visión de largo plazo”, establece, indicando que aquí es clave que aprendamos a innovar.

También que fijemos una estrategia nacional de desarrollo de largo plazo, en la cual las alianzas público-privadas deben jugar un rol primordial, tal como lo hacen en países como Finlandia, Irlanda, Suecia, Noruega, Japón, Corea del Sur, Malasia, República Checa y Singapur.

Nuestro norte y modelo a seguir, concluye Meller, sería el Sudeste Asiático que, copiando las innovaciones existentes e incluso mejorándolas, ha logrado superar a varios países occidentales incluido Estados Unidos.




Fotos noticia interior: Jaime Troncoso

Foto portada: Cristián Prado