La problemática que ha llevado a países como Australia, Portugal, Brasil y Chile a enfrentar devastadores incendios forestales en los últimos años -en nuestro caso, en 2017 y 2023, respectivamente- se atribuye, en gran medida, al cambio climático y al aumento de las temperaturas. Así lo asegura Andrés Weintraub, Profesor Titular de Ingeniería Industrial e investigador senior del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI).
“Las clásicas cifras 30-30-30, esto es sobre 30 grados de temperatura, vientos de más de 30 km por hora y humedad bajo 30%, como indicadoras de peligro, lamentablemente ya quedaron atrás”, asegura el investigador.
Tanto así, señala Weintraub, que estudios meteorológicos y de incendios han mostrado que con temperaturas por sobre 40 grados, y vientos a alta velocidad, se magnifican los incendios en forma no lineal transformándolos en megaincendios. Un peligro inminente en meses de altas temperaturas, lo que ha llevado a que exista una mayor preocupación por estos eventos.
En esta línea surge la investigación de Weintraub y su equipo, la cual lleva más de una década centrada en megaincendios -en los ’90 trabajó en conjunto con Rafael Epstein en planeación de manejo forestal, área que hoy lidera Epstein-, y en ella trabaja un sistema pionero de prevención para minimizar los daños que provocan los incendios forestales.
El grupo “Fire Management and Advanced Analytics”, alojado en el ISCI, desarrolla con especialistas de Canadá, Estados Unidos, España, Portugal e Italia herramientas analíticas de frontera. Una investigación que ha sido apoyada por proyectos Fondef y, en particular, por proyectos europeos. Entre ellos, el Fire-Res que involucra a más de 30 instituciones de investigación aplicada en el tema de incendios forestales y que modela medidas de resiliencia frente a megaincendios cada vez más frecuentes en Europa (durante el verano) y que ya se desplazan hacia el norte de ese continente.
“Chile es el único país no europeo que participa en esta iniciativa en la que colaboran el Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), la Corporación Chilena de la Madera (CORMA) y la Corporación Nacional Forestal (CONAF)”, cuenta orgulloso Weintraub, y agrega: “Nos eligieron por el avance que tenemos en analytics en la experiencia forestal”.
El proyecto se preocupa de las tres fases de un incendio: la prevención (qué medidas tomar para que este cause el menor daño posible, tanto en minimizar igniciones como en evitar su propagación a lugares de alto valor, en particular, a los sectores poblados; el combate (con equipos de brigadas, aviones y helicópteros, “En general, se considera que se debe llegar a un incendio forestal antes de media hora para limitar su propagación”, apunta Weintraub) y la restauración (qué hacer después de un incendio y etapa que incluye la reposición de viviendas e infraestructura y apoyo psicológico a las víctimas).
“Nuestra contribución es en el área de la prevención”, destaca el académico.
Agrega: “Ya no basta con combatir los incendios, hay que tomar medidas previas para que estos no causen tanto daño”.
Para abordar este desafío, el equipo de investigación que Weintraub dirige creó el “Cell2Fire”, un sistema que utiliza modelos de simulación avanzados para prevenir la propagación de incendios en función de diversos factores como topografía, vegetación, clima y vientos, entre otros, y en el cual trabajan de la mano de CONAF, CORMA y SENAPRED (Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres).
En Chile, el equipo de investigación de nuestro académico avanza en cuatro etapas clave de todo incendio forestal: la adquisición de información, la predicción de igniciones, su simulación y la optimización de la ubicación de los cortafuegos.
“Esto es algo que se hace en todo el mundo y es imprescindible que Chile se sume y utilice la tecnología disponible para enfrentar los megaincendios que son verdaderos desastres naturales”, advierte Weintraub, destacando que la combinación de datos históricos, las imágenes de satélite, el uso de drones (tecnología LiDAR) y las técnicas de inteligencia artificial puede ofrecer una planificación más precisa.
Y es que mediante machine learning, utilizando estadísticas de igniciones pasadas, el investigador cuenta que han podido determinar con bastante exactitud las probabilidades de zonas (celdas de 100 por 100 metros) dónde partirán los próximos incendios, con una certeza entre 85% y 90%.
No es sorpresa constatar, advierte el investigador, que las probabilidades más altas de ignición se producen en zonas cerca de caminos y poblados, información que apoya las decisiones de ubicación de los sistemas de vigilancia incluyendo patrullas, drones, torres de vigilancia y cámaras.
“Una vez declarado un incendio, nuestro sistema recoge toda la información (combustibles en el terreno, condiciones climáticas, topografía) y lo divide en celdas, con lo cual puede simular bastante bien en qué dirección, a qué velocidad y con qué intensidad se comportará, lo que entrega una información tremendamente importante para la estrategia de su combate”, detalla el académico.
Incluso, dice, el simulador (que es Open Source) permite construir un mapa de riesgo de futuros eventos, herramienta que proyecta trabajar con un grupo de analítica de españoles, con apoyo de la Universidad de Padua, Italia, que hará la simulación, mientras su grupo construye un modelo de optimización de zonas en peligro y a intervenir. También instalarán un sistema que hoy modelan en conjunto con expertos de Cataluña y Portugal, en tanto que los Bomberos de Italia ya lo usan. Para este año (2024) lo proyectan implementar en Chile, en conjunto con la CONAF.
Convencido de que el enfoque artesanal de la prevención en Chile puede mejorarse de manera significativa mediante herramientas analíticas construidas a partir de Data Science, inteligencia artificial y estadísticas, Weintraub cuenta que también trabajan no sólo con las grandes empresas forestales, sino que también con los pequeños propietarios que viven en la interfaz urbano-rural, que es donde el investigador ha detectado que se producen más eventos; “Generalmente cerca de caminos y de donde vive la gente, que es lo más peligroso”.
“Estamos comenzando una colaboración con una red de prevención de incendios comunitaria, una organización que incluye 367 comités que representan a distintas comunidades en seis regiones en zonas de incendios (preocupadas de medir los riesgos, tomar medidas de prevención y coordinar combates de incendios)”, explica Weintraub.
Detalla: “Los comités cubren 450 hectáreas y se preocupan de la prevención, educación y reacción ante incendios en forma colaborativa. La idea es apoyar estas decisiones con las herramientas que estamos desarrollando en forma conjunta con las comunidades”.
El modelo también incorpora la caída de las líneas eléctricas, como foco de ignición de incendios, línea que el investigador trabaja con expertos de Chile, Estados Unidos y Canadá.
En el caso de Chile, Weintraub destaca que los avances experimentados por sus proyectos les permiten dar información que ayude a las regulaciones. Entre ellas, por ejemplo, determinados días que pueden ser más complejos (por las altas temperaturas), zonas que son peligrosas y a los que la gente no debería entrar, y líneas eléctricas que pueden transformarse en el punto de partida de incendios.
“Debemos trabajar juntos, ya que el peligro es igual para todos”.
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