Durante varios años, y antes de fundar la exitosa startup Bruna AI (anteriormente conocida como Altum Lab), Madeleine Valderrama, exalumna de nuestro departamento y del Magíster en Ingeniería de Negocios con TI (MBE), trabajó como profesional en una empresa pesquera: “Si bien fueron años en los que me formé y conocí a gente maravillosa, cuando cumplí 30 tuve una crisis vocacional. Vendí todo y me fui a viajar. Al volver, busqué lo que realmente me motivaba. Me pregunté qué era lo que me llenaba de energía y descubrí que el proceso de creación de una tecnología, herramienta o solución es algo maravilloso”, relata Valderrama, quien en el año 2022 fue elegida como una de las 100 Mujeres Líderes por diario El Mercurio.
Han pasado casi siete años de esta historia de crisis y resiliencia que dio origen a Bruna AI, startup que, mediante un algoritmo llamado Bruna, permite a las compañías predecir y sugerir formas de trabajar con la calidad de la materia prima en los sectores de manufactura, minería y alimentos.
Luego de años de arduo trabajo, Altum Lab opera en Chile, Perú, México y Brasil.
“Eso es lo que es Bruna hoy. Por un lado, tiene un módulo de inteligencia artificial que predice con anticipación qué es lo que llegará a la planta y después sugiere cómo usarlo, cómo mezclarlo y cómo, de alguna manera, estabilizar el proceso”, explica Valderrama.
Y agrega: “Nunca pensé que podría llevar mi creatividad a la ingeniería. No me imaginaba cómo crear desde la ingeniería. Hoy considero que mi creatividad y resiliencia son lo que nos permitió avanzar con Bruna”.
-¿Cómo ha sido este proceso de expansión a otros países de Latinoamérica? ¿Cuáles son los desafíos?
-Es una pregunta interesante, porque cuando empezamos nuestro proceso de expansión, lo hicimos solos. Es decir, tomamos un avión y empezamos a tocar las puertas de las empresas que teníamos en un listado. Nos dimos cuenta de que el esfuerzo era brutal y la tasa de éxito, casi nula. Por lo tanto, nos apoyamos en programas como ProChile y comenzamos a trabajar a través de otras instituciones o empresas que ya estaban establecidas en estos países. Los resultados fueron completamente distintos. Así ocurrió en Perú, Brasil y México.
En Latinoamérica, si bien somos culturalmente similares, en términos de ciclos de venta, procesos de creación de confianza y validación para cerrar el primer contrato, somos muy diferentes. Como anécdota puedo contar que, junto con Ismael —mi socio y pareja— nos sorprendió descubrir que, por ejemplo, en Perú, los gerentes son menos adversos al riesgo que en Chile.
En Perú, los gerentes, en general, no quieren pasar cinco o 10 años buscando su punto óptimo de desarrollo; lo quieren ahora y están dispuestos a probar nuevas tecnologías para lograrlo.
-¿Cuáles son tus planes para Bruna AI en este segundo semestre de 2024 y para el 2025?
-Este 2024 ha sido bastante positivo, porque el 2023 fue un año de crisis. En general, el año pasado fue difícil para las startups. En cuanto a Bruna AI, tuvimos que cambiar la estructura de nuestra startup, capitalizar los contratos, redefinir los ciclos de venta, tipos de clientes, precios, todo. Este año, por fin, empezamos a ver los frutos. Para el 2025, esperamos finalmente levantar capital nuevamente.
-¿Cómo se ha transformado el ecosistema de innovación después de la pandemia?
-Cuando comenzamos había pocas incubadoras, aceleradoras y fondos. Afortunadamente, creo que el ecosistema de emprendimiento chileno ha avanzado y evolucionado muy bien. En Chile, y en la región, somos referentes en emprendimiento y en muchas áreas hemos acumulado conocimiento sobre cómo deben crecer las startups y qué se espera de las aceleradoras y ventures, entre otros. Que muchas empresas hayan comenzado a generar su propia línea de ventures también habla de un ecosistema más maduro.
Añade: “He visto muchas señales de evolución en el mercado. Pienso que Corfo ha sido fundamental en esta evolución, pues lleva 20 años invirtiendo para generar y fortalecer este ecosistema de emprendimiento”.
-¿Cuál es la reacción de los clientes cuando conocen a Bruna?
-Es una pregunta muy interesante porque, como empresa, uno de los grandes desafíos que tenemos es conciliar la recepción de esta tecnología, no sólo en la gerencia, sino también en las áreas de operaciones. Por ejemplo, por un lado, tienes a la gerencia a la que le muestras cómo funciona Bruna y te dicen: “¡Wow!”. Por otro lado, a veces el operario se siente atacado, pues muchas veces percibe las sugerencias de Bruna como críticas. Con el tiempo, como equipo, hemos aprendido a manejar estas preocupaciones para que las personas que trabajan en el área de operaciones comprendan que están trabajando con una tecnología que antes no existía y que lo que hicieron y las decisiones que tomaron fueron lo mejor que se podía hacer.
-¿Por qué la llamaron Bruna?
-Ismael, mi pareja de hace 20 años, y yo rescatamos perros. El primer perro que rescatamos fue Bruna, una perrita Chow Chow parapléjica, cuyo caso fue muy difícil. Estuvo con nosotros dos años y me enseñó mucho. Cuando Bruna falleció, Ismael le puso su nombre al servidor donde corrían los algoritmos. Luego, en las reuniones con los clientes, comenzamos a usar el nombre del servidor. Los clientes nos planteaban un problema y nosotros respondíamos: “Voy a revisar a Bruna”. Después, descubrimos que los mismos usuarios usaban el nombre Bruna; les resultaba más fácil decir Bruna que Altum o Altum Lab. Al final, decidimos bautizar a nuestro algoritmo IA como Bruna, para recordar también a nuestra querida Brunita.