![]() |
Introducción
Comité Editorial
El mercado de la tecnología en Chile es aún limitado si se lo compara con la experiencia que registran los países desarrollados en este ámbito. De acuerdo a las estadísticas disponibles, los déficits de conectividad durante el 2001 ascenderían a casi 2,4 millones de familias. Es así como mientras el año pasado nuestro país registraba una tasa de penetración en torno a seis dispositivos de acceso por cada 100 habitantes (tres de ellos conectados), los países del primer mundo mantenían tasas superiores a 30 terminales conectados por cada 100 habitantes. De aquí que el objetivo de la política del gobierno, así como la de las distintas iniciativas privadas y públicas -entre éstas últimas, el proyecto Enlaces impulsado por el Ministerio de Educación es tal vez el más importante- sea el de alcanzar, en el sexenio 2001-2006, el nivel de los países más avanzados en las TI. Para ello, la política pública de acceso a la red se ha fijado tres líneas de acción: estimular el desarrollo de redes de telecomunicaciones modernas, promover la disponibilidad de los medios informáticos y desarrollar una infraestructura de seguridad para la operación de redes de acceso a la Sociedad de la Información. |
Este artículo examina la situación actual y la eventual evolución futura de las industrias de TMT (Tecnología, Medios y Telecomunicaciones) existentes en Chile, además, describe el gran freno que ha habido a la innovación vía Internet. Sobre las características de TMT, es claro que la inversión en la red será permanente, que las compañías de telecomunicaciones se moverán en la cadena de servicios asumiendo nuevas tareas y que el contenido es crítico. Respecto a la presencia y uso de Internet en Chile -un décimo de lo que actualmente se registra en Alemania- nuestro país vive una doble moda: la "portalitis", en que cada servicio público quiere tener su propio portal, dirección y página web, y el "espejitis", que nos hace preguntarnos cómo estamos en comparación al resto. Vistas estas afecciones, surge la pregunta de por qué alguien que tiene una empresa de la vieja economía debiera "internetizarse". Enfrentado a este escenario, aquí se esgrimen los "pros" y "contras". En relación al marco regulatorio,nuestro país debiera propender a adecuarse a los requerimientos de sus clientes, teniendo una regulación flexible para adaptarse al cambio tecnológico y para promoverla más que controlarla. |
Pese a la creencia general de que Chile está en desventaja respecto a su participación en Internet, el presente artículo plantea que nuestro país está bien e incluso mejor posicionado que Europa, si se considera su ingreso per cápita. Porque si bien es cierto que nuestra penetración en Internet es de sólo un 6,7%, en comparación a Estados Unidos que registra un 43%, nuestro ingreso per cápita corresponde sólo a la quinta parte de la que tienen las naciones desarrolladas. Algunas cifras gruesas del sector de telecomunicaciones e Internet muestran que aquí el negocio de larga distancia internacional representa 200 millones de dólares. La misma cantidad que se registra en larga distancia nacional, mientras que en móvil y telefonía local, ésta asciende a 600 millones de dólares respectivamente, en tanto que en Internet llega a cerca de US$50 millones anuales. Un tema que se examina en detalle es el tópico regulatorio y dentro de sus aspectos generales se discute los dominios, las direcciones IP, la firma electrónica, los medios de pago y los contenidos, incluida la propiedad intelectual de éstos últimos. Finalmente, en este mismo ámbito, se plantean algunos principios básicos. |
Si bien Internet registra en Chile una cantidad importante de consumidores, las empresas conectadas a ella es insignificante: entre tres y cinco mil como máximo. De aquí que surja la interrogante de por qué nuestras empresas no han adoptado esta nueva tecnología. Se propone el uso de la factura digital como el mecanismo para lograr la "internetización" del sector productivo. En nuestro caso existen varios factores que explican el bajo interés que despierta Internet. Entre ellos, su mínima y restringida oferta, una mala calidad de servicio, la ignorancia de parte de nuestros empresarios en el tema y la escasez de industrias de conocimiento high tech. Pese a este oscuro panorama, nuestro país tiene algunas ventajas que podrían facilitar su adopción. Primero, somos una nación pequeña, con un total de un millón ochocientos mil declaraciones de global complementario, de las cuales más de la mitad se hace por Internet y segundo, existe una alta concentración en centros urbanos, lo cual puede ser bueno para aglutinar un porcentaje importante de las economías en la red. Pero más allá de esto, tal como se espera en este artículo, lo que hará la diferencia para "internetizar" a las empresas será la "factura electrónica", IVA digital incluido. |
La premisa central de este artículo es que las TI e Internet no son la solución al problema educacional en Chile. Aquí se postula que nuestro país tiene que partir por educar a su población en la lectura, la escritura, las ciencias y las matemáticas si quiere marcar una diferencia respecto al nivel educacional que hoy registra. Esta debiera ser la meta de la Reforma Educacional en marcha. Y junto con ella, lograr que las escuelas, sus directores, profesores y sostenedores se hagan accountable de sus actos. Así se evita que luego nadie se haga responsable de los fracasos y se culpe a la pobreza y a la poca inversión estatal de los malos resultados. Si bien esto último es relevante, dado que el Estado chileno efectivamente subinvierte, tampoco se deben pasar por alto las notables fallas en la sala de clases, así como en la metodología y las prácticas docentes. Esto explicaría la falta de autoconfianza, debido a la débil formación de los profesores, además de una baja dotación de recursos educativos en los hogares. No obstante lo anterior, las nuevas tecnologías son esenciales en el aprendizaje, ya que el mundo que viviremos estará plagado de ellas. |
Uno de los esfuerzos más importantes para el país es estimular la capacidad emprendedora de los jóvenes universitarios. Pero para ello, es necesario que la universidad se acerque a la empresa; hay obstáculos que lo impiden. El principal, la pésima visión recíproca que existe entre ambos, ya que mientras la universidad es vista como un grupo de investigación teórico, las empresas eran consideradas como un sector tecnológicamente muy atrasado. Pese a esto, la situación ha cambiado gracias al uso de las nuevas tecnologías. Un nuevo escenario en el que el Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Chile trabaja con el fin de motivar a los alumnos hacia el emprendimiento. A la fecha, existen varios ejemplos de empresas generadas a partir de la incubadora del DCC que hoy alberga a 19 proyectos que operan dentro de ésta. Algunas propuestas para aumentar el número de empresas chilenas punto.com son: reunir a las personas que trabajan en las Tecnologías de la Información (TI) para formar una masa crítica en el área, apoyar la idea del Parque Tecnológico de la Universidad de Chile en Laguna Caren y poner acento en los capitales extranjeros. |
ARTÍCULO
En el contexto actual en que la economía chilena da muestras de encaminarse a una tasa de crecimiento de largo plazo más baja, el presente artículo plantea qué debiera hacer Chile para revertir esta situación. En particular, qué políticas tendría que poner en marcha para lograr que nuestra economía aumente su capacidad de innovar generando incrementos de productividad con una dinámica de mayor inversión en capital físico y humano. Los factores que explicaron el éxito de una fase de crecimiento exportador basado en materias primas, ya no garantizan el crecimiento acelerado en una etapa en que existe la necesidad de diversificar el aparato exportador, incorporando un mayor contenido de conocimiento y tecnología. Es así como enfrentado a este nuevo escenario, la calidad del Sistema Innovativo Nacional (SIN) y su vinculación con los clusters específicos en los cuales el país posee ventajas comparativas, aparecen como fundamentales. Pese a lo anterior, hay deficiencias importantes en tres componentes básicos del SIN: el funcionamiento del mercado de capitales; la formación de recursos humanos y el sistema de financiamiento de la I&D. Por ello es que en este artículo se elaboran propuestas específicas con el fin solucionar estas carencias. |
LIBROS